¿Gestión del tiempo para hacer más o más tiempo para gestionar la vida?

Muchas mujeres con las que me voy encontrando en distintos ámbitos profesionales viven una lucha a “contra-reloj” con el tiempo.

Y creo que deberíamos parar para pensar con calma, sobre la siguiente cuestión: ¿Gestión del tiempo para hacer más o más tiempo para gestionar la vida?

Y si nos paramos a pensar en la vida, en nuestra vida, sería importante que empezásemos a decidir desde nosotras, cómo la queremos vivir. Y en este análisis, sería importante rebuscar en lo profundo de nuestro ser para identificar con qué nos sentimos felices o a gusto y qué nos genera malestar.

La primera falacia que conviene desentrañar es la idea de la Conciliación de la que tanto se habla cada día…

No existe la conciliación tal como se viene planteando desde las propuestas políticas al uso,  porque no tenemos dos vidas, sólo una, por eso debemos explorar y repensar los modos en que nos gustaría  vivir las múltiples experiencias que se cruzan a lo largo del camino: desarrollo profesional, maternidad, amistad, amor, familia, ocio…

Y vivirlas sin perdernos de vista a nosotras mismas en el intento estéril de imaginar que debemos poder con todo como prueba y medida de nuestra competencia¡¡¡

¿Cuándo comenzamos a oír hablar de La conciliación de la vida personal, laboral y familiar? La conciliación es un concepto inventando dentro de una realidad política, económica y social, que se resiste a cambiar las reglas del juego, aunque el propio sistema sabe que están pasando cosas desde hace tiempo y por ello, va poniendo sus “parches”.

Las mujeres que nacieron en sociedades democráticas, tuvieron las posibilidades de acceder a muchas oportunidades sin tener que luchar por conquistar unos derechos que les fueron negados a sus madres o abuelas. Por lo tanto, es de bien nacidas ser agradecidas y por eso la importancia de reconocer y agradecer la lucha histórica de las mujeres que nos precedieron para abrir caminos de libertad a las que venían detrás.

¿Pero  la conquista de derechos garantiza la equidad de género?

Algunas de esas mujeres que fueron reconocidas como “iguales” en derechos a los hombres, hoy rondan los 40 años y tras empeñar tiempos, esfuerzos, dedicación y voluntad, ocupan puestos de responsabilidad y cierto poder. Sin embargo, cuando se les plantea sin percibieron barreras de género en sus recorridos profesionales, muchas manifiestan que no, que para nada, que siempre las trataron como a “uno” más y no hubo barreras de desigualdad –ocultas o visibles- que las hayan obstaculizado el camino.

Estas profesionales, tienden a pensar que las mujeres que se esfuerzan y compiten abiertamente en un mundo de hombres, son reconocidas y consiguen finalmente alcanzar sus metas si así se lo proponen. Por lo tanto, las que no lo consiguen, son más débiles, inseguras o poco firmes para luchar por progresar. A ascender dentro de un mundo diseñado para quienes disponen de todo el tiempo y energía liberada para ofrecérsela a las empresas.

La maternidad como destino y la profesión como meta.

Muchas de estas profesionales no vivieron aún la experiencia de la maternidad o, habiéndola vivido, cuentan con una situación económica que les permite contratar a otras mujeres para que se ocupen de la logística familiar y del cuidado de hijas e hijos. En otros casos, tienen el apoyo de madres o suegras, pocas veces cuentan con la implicación corresponsable de los padres de esas criaturas, ellos también están muy, muy ocupados en lo “importante”.

Y muchas otras, cuando viven la experiencia de la maternidad, empiezan a “ver” y a sentir como todo su mundo se tambalea. Entonces, empiezan a realizar cursos de gestión del tiempo para poder “llegar a todo” y se sienten agobiadas, impotentes, bloqueadas y muy “mal organizadas”  porque no lo consiguen…

¿Cuántos varones viven estas mismas situaciones cuando son padres? ¿Quién resuelve el cuidado de las criaturas cuando enferman? ¿Quién solicita reducción de jornada o excedencias? ¿Eso penaliza a las mujeres?

Y yo me pregunto, no contar con tiempo para disfrutar y cuidar de los afectos importantes, para disfrutar con la posibilidad de pasear sin tiempo, para permitirnos el derecho de un tiempo propio para conectar con una misma ¿qué consecuencias tiene?

Flaco favor nos hacemos entre mujeres cuando echamos piedras sobre nuestro tejado. Que no seamos conscientes de un hecho real, no significa que no exista. Cuando invisibilizamos lo injusto, lo seguimos reproduciendo sine die. La domesticidad, implica también, imitar modelos de referencia asociados con el éxito o prestigio social, la cuestión sería preguntarnos ¿dónde establecemos la medida del éxito?

Quizá lo que no nos enseñan en los cursos de gestión del tiempo al uso, es repensar sobre otros modos posibles de entender el trabajo productivo, el concepto de beneficio  y el valor de la productividad desde nuevos modelos que hagan posible la sostenibilidad de la vida en todas sus múltiples dimensiones.

Mujeres profesionales con poder de incidir y decidir ¿No es hora de transformar el modelo? ¡Vamos a por ello!

Carmen Barquín

 

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